Como personas de fe y conciencia de todas partes de Carolina del Norte, creemos que nuestra vocación es dar la bienvenida a los inmigrantes, ofreciéndoles hospitalidad y justicia. Aunque reconocemos que la política de inmigración es un tema complejo que divide la gente de buena voluntad, nuestra fe nos obliga a apoyar a inmigrantes en su lucha para la justicia. Confesamos que muy a menudo hemos permanecido callados.
Recordamos las palabras de Moisés cuando el dijo, “No opriman a los extranjeros que habiten entre ustedes. Trátenlos como si fueran sus compatriotas, y ámenlos como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto” (Levítico 19:33-34a, RVC).
Recordamos las palabras de Jesús cuando el dijo, “fui forastero, y me recibieron” (Mateo 25:35).
Recordamos las palabras del Corán, que dice, “Sed buenos con vuestros padres, parientes, huérfanos, pobres, vecinos -parientes y no parientes-, el compañero de viaje, [y] el viajero…” (An-Nisa 4:36).
Nuestras tradiciones de fe han sido fieles en proporcionando hospitalidad para los que están necesitados y buscando justicia para los oprimidos.
Es crucial que personas de fe responden a la crisis de inmigración con apoyo y bienvenida frente a creciente sentimiento contra inmigrantes. Comunidades religiosas encuentran en nuestros escrituras demandas de dar la bienvenida a los extraños, promover hospitalidad, y buscar justicia. Las personas de fe deben pedir reformas legislativas que sean justas, humanas, y que cambian las causas primordiales de la migración a los EE. UU.
Casi todos los ciudadanos de los EE. UU. son descendientes de gente de otras países. Por eso somos exigidos ofrecer apoyo a los inmigrantes más recientes quienes contribuyen a nuestra economía y cultura pero quienes sufren discriminación, abuso, y dificultad a causa de sus estados como inmigrantes.
Deploramos cualquiera acción gubernamental que enfatiza indebidamente fuerza como la respuesta primaria a inmigrantes en este país o que penaliza a la gente proporcionando ayuda humanitaria a los migrantes. Animamos a los gobiernos locales y del estado de Carolina del Norte a proporcionar trato justo y protección para la población inmigrante de nuestro estado, incluyendo acceso a la educación y movilidad. Además somos afligidos y lastimosos por la separación de familias y otras formas de sufrimiento que ocurren a causa de redadas inmigratorias.
Reconocemos que la política de inmigración es compleja y multifacética, pero estamos de acuerdo de que todos los inmigrantes son creados en la imagen de Dios y que nuestras religiones demandan que cuidamos especialmente por los extraños. Pedimos a toda la gente de fe a apoyar a los inmigrantes como un asunto de responsabilidad religiosa, abogar por sus bienestar y protección, y educar a nuestras comunidades locales sobre los asuntos que afectan a los inmigrantes.